La Palabra de Dios que se nos propone para este mes de Marzo nos hace algunas sugerencias e invitaciones para nuestra vida:

En primer lugar, personalmente, ya que el Espíritu reparte a cada uno como quiere, es bueno que en esta cuaresma puedas detenerte un tiempo a descubrir o reconocer cuál es el don peculiar que tú has recibido, tu talento o carisma personal para responder a la llamada a ser consolación.

“Un solo Cuerpo”.

1 Cor 12, 4-14; 28

“Existen carismas diversos, pero un mismo Espíritu; existen ministerios diversos, pero un mismo Señor; existen actividades diversas, pero un mismo Dios que ejecuta todo en todos. A cada uno se le da una manifestación del Espíritu para el bien común. Uno por el Espíritu tiene el don de hablar con sabiduría, otro según el mismo Espíritu el hablar con penetración, otro por el mismo Espíritu la fe, otro por el único Espíritu carisma de sanaciones, otro realizar milagros, otro profecía, otro discreción de espíritus, otro hablar lenguas diversas, otro interpretarlas. Pero todo lo ejecuta el mismo y único Espíritu repartiendo a cada uno como quiere. Como el cuerpo, siendo uno, tiene muchos miembros, y los miembros, siendo muchos, forman un solo cuerpo, así es el Mesías. Todos nosotros, judíos o griegos, esclavos o libres, nos hemos bautizado en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo, y hemos absorbido un solo Espíritu. Así también el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. […]

Vosotros sois cuerpo del Mesías, y miembros singulares suyos. Dios los dispuso en la Iglesia.”

La Palabra de Dios que se nos propone para este mes de Marzo nos hace algunas sugerencias e invitaciones para nuestra vida:

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En primer lugar, personalmente, ya que el Espíritu reparte a cada uno como quiere, es bueno que en esta cuaresma puedas detenerte un tiempo a descubrir o reconocer cuál es el don peculiar que tú has recibido, tu talento o carisma personal para responder a la llamada a ser consolación. Por forma de ser o carácter, por cualidades, capacidades o habilidades personales, por la formación recibida… cada uno tenemos nuestra manera de manifestar en la vida cotidiana y en acciones específicas que soy consolación. Es importante dar gracias también por ello. Puedes reconocerlo también en los distintos miembros del Movimiento con los que compartes; valorar y dar gracias tanto por la diversidad y posibilidad de complementaros como por el matiz y la riqueza que cada persona supone para que el compromiso de consolación, en la realidad concreta en la que vives, sea posible.

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A partir de aquí puedes caer en la cuenta de la importancia de formar un solo cuerpo, aunque seamos muchos miembros y diferentes. De ahí la necesidad también de reconocer y agradecer que somos consolación, en plural y unidos. Por eso vale la pena cuidar esa UNIDAD en el Movimiento, como Familia Consolación e incluso más allá, con los que nos hemos bautizado en un solo Espíritu.  Interesa siempre promover lo que nos une entre los que formamos la Familia y también como miembros de la Iglesia. La imagen del cuerpo que aparece en el texto nos ayuda a darnos cuenta de que todos somos necesarios, cada uno con nuestro talento y función, porque la comunión y armonía a la que se nos invita no se basa en la igualdad o uniformidad ni en la ausencia de conflictos sino en la interdependencia y la necesidad que tenemos unos de otros.  Algo similar a lo que ocurre en un ecosistema en equilibrio en el que hasta los seres más aparentemente insignificantes son imprescindibles para su estabilidad (cfr. Laudato si 22; 34). Y ya que demasiadas veces nos damos cuenta de las dificultades para vivir así, por supuesto es importante pedir que el Espíritu Santo actúe entre nosotros superando siempre divisiones y nos ayude a crecer en “la convicción de que la unidad del Espíritu armoniza todas las diversidades. Supera cualquier conflicto en una nueva y prometedora síntesis” (La alegría del Evangelio 230).

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Por último, desde otra perspectiva, la Palabra nos invita a dar gracias a Dios por lo que supone el Carisma de Consolar en la Iglesia. Damos gracias porque en Santa Mª Rosa Molas se dio esta manifestación del Espíritu para el bien común. Todas las familias carismáticas tenemos nuestra inspiración en el Evangelio y por eso muchas coincidencias o semejanzas, sin embargo, participar del carisma de esta gran mujer, de este especial regalo que Ella recibió nos compromete a prolongar la acción consoladora de Jesús, su sensibilidad peculiar ante quien sufre y su forma de mostrar al Dios de todo consuelo con el estilo con que Ella lo hizo. Damos gracias porque Mª Rosa quiso vivirlo como hija de la Iglesia, aportando y sumando a una Familia mayor, implicada y en comunión con todos los que de distintas maneras hacemos presente el Reino de Dios y su justicia. Agradecemos que el Espíritu sigue actuando hoy en la Congregación que Ella fundó, en el Movimiento y en todos los que en cualquier lugar del mundo somos consolación para los más desfavorecidos, “Iglesia en salida” como nos propone Francisco.

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Para plantearnos algo más:

• ¿Cómo manifiestas en tu realidad concreta que eres consolación?
• ¿Cómo potenciar la comunión y armonía entre los que somos consolación en una misma localidad?
• ¿Qué relación tienes, personalmente o como Movimiento, con tu parroquia o diócesis?

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