Unidos en oración por el MCM
2018 Feb 06/ By / 0 comment

 

Oraremos, al mismo tiempo, por los que están siendo llamados a consolar: niños, jóvenes, adultos, ancianos; por todos aquellos que se sienten invitados a encarnar el carisma, para que respondan con generosidad.

¿Qué son las oraciones vocacionales?
Desde el EIPJV se nos invita a orar unidos por la vocación de los que ya compartimos el Carisma y pedir al Dueño de la mies nuevas vocaciones laicales y consagradas para la Consolación.

 

Oraremos, al mismo tiempo, por los que están siendo llamados a consolar: niños, jóvenes, adultos, ancianos; por todos aquellos que se sienten invitados a encarnar el carisma, para que respondan con generosidad.

 

Cada mes pediremos por la respuesta fiel y generosa de cada miembro de la Familia Consolación, y nos centraremos en uno de los ámbitos donde, laicos y hermanas, desarrollamos la misión de consolar: ámbito social, sanitario, educativo, parroquial, MCM, ONG Delwende, Voluntariado Consolación.

Este mes oramos juntos por…

el Movimiento Consolación para el Mundo.

 

 

COM

Al comenzar esta oración, miremos dentro de nosotros para descubrir en qué y dónde hemos de poner nuestros  empeños, intentos y tiempo… Intentemos  intuir cuál es el sueño de Dios para cada uno de nosotros en este mundo.

Todos nosotros como grupo, como laicos, como hermanas, como Familia Consolación, estamos llamados a vivir desde la autenticidad, a renovarnos por dentro para ser luz que ilumine a los de fuera y hacer realidad el sueño de Dios.

 

 

Canto: Tal como soy- Jesús Adrian-Romero

PALABRA DE DIOS

«Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor”. También debían ofrecer un sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Angel lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: “Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel”. Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: “Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos”. (Lc 2, 22-35)

 

COMENTARIO
La presentación de Jesús en el templo es una fiesta donde Maria ofrece a su hijo y éste va al encuentro de su pueblo. A la luz de esta escena bíblica miramos también nuestra vida como un encuentro con Cristo y un ofrecimiento de nuestra vida a Él.

 

En ese encuentro es Cristo quien sale a nuestro encuentro, especialmente al encuentro de los jóvenes,  y nosotros los que respondemos guiados por el Espíritu con un seguimiento personal que implica una experiencia comunitaria, porque formamos parte de un pueblo que se pone en camino. Él nos llama al templo, a la Iglesia donde podemos encontrarlo, reconocerlo, acogerlo, abrazarlo. Para los que formamos parte del Movimiento Consolación para el Mundo, ese encuentro con Dios ha tomado forma en la Iglesia mediante el carisma de la consolación, un carisma que es testimonio, don y gracia puesta al servicio de los demás.

 

Del mismo modo también somos una ofrenda. Todos los cristianos que hemos sido consagrados por el bautismo vivimos, de  alguna forma, “una presentación en el templo”. Es en este momento cuando sin ser todavía conscientes, nos entregamos por primera vez, pues Cristo  ya se había fijado en nosotros, en ti, en mí, tal como somos… Esta presentación se realiza de una manera particular, cuando se responde a una llamada, a seguirlo más de cerca en una vocación específica o particular, sacerdotal, religiosa o laical.

 

Todos hemos sido llamados a ofrecernos al Padre y hacer de nuestra vida un don generoso en la familia, en el trabajo, en el servicio a la Iglesia y en las obras de misericordia. Como Familia Consolación tenemos la misión de vivir la vida de manera auténtica, de ir a su encuentro y de ofrecer un testimonio especial del evangelio. La Iglesia y el mundo necesita el testimonio de los laicos. Dejemos que el Espíritu siga suscitando testigos, no rígidos ni cerrados, sino siempre abiertos a la voz de Dios que habla, que conduce, que invita a ir hacia el horizonte, trabajando como si todo dependiera de nosotros, y confiando en Dios como si todo dependiera de Él.

PETICIONES
  1. Por aquellos que se forman, viven y celebran la fe, para que sepan discernir la vocación a la que el Señor les llama.Oremos.
  2. Por nuestro carisma, y la Familia Consolación, que siga siendo llama viva, que sea puente para otros y fortifique nuestro estilo de vida.Oremos.
  3. Por los jóvenes del COM para que sean instrumento, que abran puertas y despierten otras vidas. Oremos.
  4. Por los que guiados por el Espíritu están por formar parte del Movimiento, que continúen tu misión, y sigan cumpliendo tu sueño.Oremos.
ORACIÓN FINAL

Soy un joven que vive con fuerza y alegría; soy un joven que crece en búsqueda y confía.

Soy un joven entusiasta que no se rinde, que camina.

Soy un joven que agradece lo que tiene y se entrega cada día.

Quiero vivir y buscar mi libertad en lo que hago; quiero sentir y probar hasta lo profundo que es tu vida;

quiero tocar, palpar, hacer mío todo lo que encuentre, hacer del servicio mi constante día a día.

Aquí me tienes con mi propia vida, con mi corazón.

Aquí me tienes, con ganas de ser auténtico,  sencillamente siendo yo.

Sacude las raíces de mi corazón, dame fuerza para rendirme a tu voluntad con amor,

pues soy un joven que se nutre en el encuentro contigo,

soy un joven que comparte la fuerza del carisma. Amén.

Monitores

 

En el mundo en el que vivimos encontramos a muchos niños y jóvenes que, a veces sin saberlo, les falta algo, algo que les llene más que las cosas materiales, algo que ilusione, algo que puedan compartir con los demás… Pero para descubrirle a Él necesitamos personas que nos guíen, que nos acompañen en el camino.

Seguro que muchos de los que estamos aquí hemos sido acompañados por personas en nuestra vida de fe, que nos han ayudado a ser lo que somos hoy: hermanas, laicos, monitores o sacerdotes, que nos han acompañado en los grupos del COM, en otros grupos de fe o individualmente. Podemos traer a esas personas a nuestra mente

y dar gracias al Señor, porque ellos han sido sal y luz en nuestro camino.

 

Como sal y luz- Maite López

PALABRA DE DIOS

 

«Vosotros sois la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá su sabor? Sólo sirve para tirarla y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad construida sobre un monte. No se enciende un candil para taparlo con un celemín, sino que se pone en el candelero para que alumbre a todos en la casa. Brille igualmente vuestra luz ante los hombres, de modo que al ver vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre del cielo.» (Mt 5, 13-16)

 

Comentario

La sal es un elemento muy común y barato. Pese a ser tan común y barato, tiene multitud de usos diarios: nuestro organismo necesita sal en proporciones adecuadas. En la cocina la sal es indispensable. En la antigüedad, cuando no existían los sistemas de refrigeración con los que hoy contamos era utilizada como un eficaz medio de conservación de alimentos.

 

Como en el caso de cualquier otro elemento, los usos de la sal están íntimamente vinculados a su composición, características y propiedades. Si por medio de algún mecanismo lográsemos “quitarle” a la sal su capacidad de salar la comida o de detener el proceso de corrupción de la carne, ese elemento, en lo que a nosotros respecta y al uso que le damos,dejaría de ser sal.

 

La Familia Consolación, hermanas y laicos, estamos llamados a tener un impacto en la realidad en la que vivimos, estamos llamados a “hacer algo” y no sólo en la acción social, o “ayudando a otros”, sino que estamos llamados anunciar el mayor regalo que tenemos: la Buena Noticia de Jesús.

 

Cuando uno echa sal en un guiso, espera que al probarlo el sabor haya cambiado. Cuando uno enciende una luz espera ver algo, salir, aunque sea un poco, de la oscuridad. De igual forma, nosotros somos enviados al mundo con una misión y nuestra presencia en medio del mundo no puede pasar desapercibida.

 

En el día a día, con todas nuestras tareas y trabajos, corremos el riesgo de “volvernos insípidos”, ¿cómo entonces daremos sabor? La Familia Consolación, hermanas y laicos, estamos llamados a tener un impacto en la realidad en la que vivimos, estamos llamados a “hacer algo” y no sólo en la acción social, o “ayudando a otros”, sino que estamos llamados anunciar el mayor regalo que tenemos: la Buena Noticia de Jesús. Cuando uno echa sal en un guiso, espera que al probarlo el sabor haya cambiado. Cuando uno enciende una luz espera ver algo, salir, aunque sea un poco, de la oscuridad.

 

De igual forma, nosotros somos enviados al mundo con una misión y nuestra presencia en medio del mundo no puede pasar desapercibida.

 

 

PETICIONES
  1. Por los monitores del Movimiento de todas partes del mundo, para que no pierdan la ilusión, las ganas y el compromiso de seguir acompañando a los niños del MIC y jóvenes del COM. Oremos.
  2. Por los jóvenes del COM que durante este tiempo se están formado como premonitores para que descubran su tarea de monitor como un regalo y una misión a la que Dios les llama. Oremos.
  3. Por las hermanas, laicos y equipos que acompañan y forman a los monitores del Movimiento, para que sigan avivando en ellos la alegría de llevar la consolación a los otros. Oremos.
  4. Por todos nosotros, para que también seamos capaces de anunciar a los demás, con alegría, creatividad, ilusión y cercanía, que somos Familia Consolación, hijos de un Dios que nos quiere y está con nosotros en  camino. Oremos
ORACIÓN FINAL

¿De qué iba aquel sueño? No me acuerdo. Me desperté sintiendo una tímida misión a este mundo.  Eso es quizá nuestra vida presente: pocas certezas, tanto interrogante,  falta de seguridad, precariedad en todo… La existencia cambiante que llevamos con el tesoro en vasijas de barro.  Tú nos envías. Mejor dicho:  Tú nos traes.  La llamada precede a mi respuesta. Tú nos equipas con lo necesario: pizca de amor cargada de energía,  misericordia que lo cambia todo,  un carisma que nos llena, que nos une, y que se sigue extendiendo  “a través del tiempo y del espacio”, cada día una nueva oportunidad. Me haces saber que estoy aquí para algo. Sin forzarlo,  das un rumbo a mi vida: una tímida misión a este mundo.

 

Hermanas Asesoras

Nos ponemos delante de Ti, Señor, amigo de la vida, Señor de nuestro camino, de nuestros cansancios, de nuestras idas y venidas. Nos ponemos ante Ti con esperanza, porque sabemos que aunque haya sol o tormenta, frío o calor, te sintamos cerca o lejos… Tú siempre estás. En esta oración vamos a pedir de manera especial por las hermanas que acompañan a los jóvenes y miembros del Movimiento Consolación para el Mundo, que comparten el camino con ellos, creciendo juntos en fe, esperanza y amor. Que sean para ellos sal y luz, reflejo del Dios del consuelo, que les impulse a seguir buscando lo que el Señor sueña para cada uno.

 

CANTO: Habla, Señor, que tu siervo escucha. (bis)

Muéstrame tu voluntad a través de la Palabra,

quiero conocerte más para amarte y seguirte. (bis)

PALABRA DE DIOS

«Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. Él les dijo: “¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?” Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: “¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?” Él les dijo: “¿Qué cosas?” Ellos le dijeron: “Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron”. Él les dijo: “¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?” Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: “Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado”. Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: “¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?” Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: “¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!” Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.» (Lc 24, 13-35) 

 

COMENTARIO

Los discípulos andan entristecidos por una esperanza perdida. Cuando Jesús resucitado se hace el encontradizo con ellos, confiesan su desesperanza: “nosotros esperábamos…”.

 

A nosotros nos sucede lo mismo cuando pensamos que Dios no está a nuestro lado, o no nos escucha o, si nos escucha, no atiende a nuestras necesidades. Por suerte -como a aquellos dos caminantes desalentados- Jesús se nos acerca mucho más de lo pensamos y de variadísimas maneras para calentar nuestro corazón o dar luz a nuestra mente, para enseñarnos a ver nuestra vida y lo que nos sucede con los ojos de la fe.

 

El camino se hace, a menudo, duro, complejo, agotador. Y uno se cansa y la noche, lo oscuro, parece echarse encima. Entonces es el momento de saber acoger y saber decir al Señor, con confianza, que se quede a nuestro lado porque nos empiezan a fallar las fuerzas, o porque sentimos miedo de la noche, de la oscuridad, de lo desconocido, de lo que aún nos queda por caminar. Cuando se lo pedimos, cuando le abrimos la puerta al Señor, Él siempre entra para cenar con nosotros. Es en esa cena, al partir juntos el pan, al “com-partir”, cuando ellos “re-conocen” al Señor.

 

¿Dónde reconocerle? En el camino, sigiloso, en sus palabras y sus silencios, en sus acciones y sus gestos. Está con nosotros. Y el corazón a veces arde. Está con nosotros, y entonces todo parece más fácil. Nuestra vida tiene mucho de este Emaús de encuentro y descubrimiento, de comprensión y alegría, de vuelta a Jerusalén para anunciar lo que nos colma de dicha.

Canto: Emaús- Maite López

 

PETICIONES
  1. Por los que sufren las injusticias, por los enfermos, por los más necesitados de afecto. Oremos.
  2. Por los que han experimentado tu presencia y son tu rostro en el mundo. Oremos.
  3. Por las hermanas que acompañan a los jóvenes y miembros del Movimiento. Oremos.
  4. Por los jóvenes que buscan el sueño de Dios para ellos. Oremos.
ORACIÓN FINAL

Estás siempre conmigo

aunque no te vea,

aunque no sienta tu presencia,

aunque me olvide.

Estás conmigo siempre

en los momentos buenos y en los malos,

cuando estoy alegre

y también cuando estoy triste.

Estás siempre conmigo,

cuando no entiendo,

cuando me cuesta creer,

cuando me desanimo.

Estás siempre conmigo,

con la luz de tu Palabra,

alimentando mi vida frágil

con el pan de tu presencia.

 

Alberto Núñez sj

 

 

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