Unidos en oración por el ámbito sanitario
2018 Abr 09/ By / 0 comment

Oraciones Vocacionales del mes de Abril. Unidos, oramos de forma sencilla por el Ámbito Sanitario: Ancianos, Enfermos,
Personas con Discapacidad, Trabajadores y Familiares

Oraremos, al mismo tiempo, por los que están siendo llamados a consolar: niños, jóvenes, adultos, ancianos; por todos aquellos que se sienten invitados a encarnar el carisma, para que respondan con generosidad.

 

¿Qué son las oraciones vocacionales?
Desde el EIPJV se nos invita a orar unidos por la vocación de los que ya compartimos el Carisma y pedir al Dueño de la mies nuevas vocaciones laicales y consagradas para la Consolación.

 

Oraremos, al mismo tiempo, por los que están siendo llamados a consolar: niños, jóvenes, adultos, ancianos; por todos aquellos que se sienten invitados a encarnar el carisma, para que respondan con generosidad.

 

Cada mes pediremos por la respuesta fiel y generosa de cada miembro de la Familia Consolación, y nos centraremos en uno de los ámbitos donde, laicos y hermanas, desarrollamos la misión de consolar: ámbito social, sanitario, educativo, parroquial, MCM, ONG Delwende, Voluntariado Consolación.

Este mes oramos juntos por…

el Ámbito Sanitario.

Ancianos

Hoy queremos expresarte, Padre, nuestra ilusión y nuestra alegría, porque tu aliento nos anima y guía, tus manos nos alzan y sostienen, y en tu regazo encontramos ternura y descanso. Con el corazón encogido por tanto don recibido y tanto horizonte abierto, nos brota con facilidad la alabanza. Desbordados por tu amor y llenos de gozo te ensalzamos. Lleva a buen término lo que has comenzado.  Acompañamos en este momento de oración en la cual queremos sentirte cerca y pedirte por aquellos que más necesitan de tu presencia.

 

 

 

Canto: Venid Conmigo – Ain Karem

PALABRA DE DIOS

Entonces Jesús dijo:

“Yo te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has dado a conocer a los sencillos. Sí, Padre, así te ha parecido mejor.

Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y al Padre no lo conoce más que el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras vidas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga, ligera”. (Mt 11,25-30)

 

COMENTARIO

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados”. Es la primera llamada. Está dirigida a todos los que viven la religión como un peso, los que se sienten agobiados por doctrinas complicadas que les impiden captar la alegría de un Dios Amigo y Salvador. Si se encuentran vitalmente con la persona de Jesús, experimentarán un respiro: “Yo os aliviaré”.

 

Cargad con mi yugo… porque es llevadero y mi carga, ligera”. Es la segunda llamada. Hay que cambiar de yugo. Hemos de abandonar el yugo de «los sabios y entendidos», pues es abrumador y lleva a una moral sin alegría, y cargar con el de Jesús, que hace la vida más llevadera. No porque Jesús exige menos, sino porque propone lo esencial: el amor que libera a las personas y despierta en el corazón humano el deseo de hacer el bien y el gozo de la alegría fraterna.

 

Aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón”. Es la tercera llamada. Hemos de aprender a cumplir la ley y vivir la religión como lo hacía Jesús, con su mismo espíritu. Jesús no “complica” la vida, la hace más clara, más sencilla y más humilde. No agobia a nadie. Al contrario, libera lo mejor que hay en nosotros y nos enseña a vivir de manera más digna y humana.

 

Esta es la promesa de Jesús: si venís a mí… si cargáis con mi yugo… si aprendéis de mí a vivir de manera diferente, “encontraréis descanso para vuestras vidas”. Jesús libera de agobios, no los introduce; hace crecer la libertad, no las servidumbres; atrae hacia el amor, no hacia las leyes; despierta la alegría, nunca la tristeza. ¿Sabremos encontrar en Jesús nuestro descanso?

 

En un clima de silencio y recogimiento, sintonizamos con la alegría de Jesús y damos gracias a Dios por ser tan bueno con la gente más sencilla y modesta. Todos juntos pronunciamos las palabras de Jesús: “Te damos gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has dado a conocer a los sencillos. Sí, Padre, así te ha parecido mejor”. Luego podemos cada uno dar gracias en voz alta o en silencio por las personas sencillas cuya fe nos hace bien.

PETICIONES
  1. Vamos a pedir a Jesús por las personas agobiadas, deprimidas, reprimidas, para que encuentren en Jesús su mayor apoyo y consuelo. Oremos.
  2. Te pedimos que alivies el trabajo de las madres que sufren con sus hijos, los agobios de los inmigrantes sin papeles, el cansancio de los enfermos crónicos, para que las preocupaciones y problemas de la vida no les aparten de Dios. Oremos.
  3. Por la paz de todo el mundo, para que cesen las ambiciones, desaparezcan las injusticias y enemistades y brote por todas partes el amor y la paz. Oremos.
  4. Te pedimos, Señor, por las familias cristianas, -para que sean «iglesia doméstica» donde puedan nacer futuras vocaciones para la Iglesia universal. Oremos.
ORACIÓN FINAL

Jesús, paz de nuestros corazones,

por tu Evangelio nos llamas

a ser muy sencillos y muy humildes.

Haz que crezca

dentro de nosotros

un agradecimiento grande,

por tu continua presencia

en nuestros corazones. Amén

Enfermos

Encontrar el camino en la vida no suele resultar tarea fácil. Las dudas, la sorpresa, la dificultad para escuchar… y a veces situaciones inesperadas que nos ponen contra las cuerdas, nos hacen preguntarnos: ¿qué quiere Dios de mí? Por eso, en la oración de este día por las vocaciones, rezamos por y con las personas enfermas y sus familias. No son personas desconocidas para cada uno de nosotros, quizás somos nosotros mismos, alguien de nuestra familia, de nuestros amigos… a todos nos toca la enfermedad y el sufrimiento, por eso nos hace bien rezar con ellos, para sostenernos unos a otros, para pedir a Dios que todos seamos corazón que ama y mirada de ternura, para suplicarle que en ese momento nos ilumine el camino y el sentido de su llamada.

 

Como tú – Ain Karem

PALABRA DE DIOS

 

«Al pasar vio un hombre ciego de nacimiento. Los discípulos le preguntaron: “Rabí, ¿quién pecó para que naciera ciego? ¿Él o sus padres?” Jesús contestó: “Ni él pecó ni sus padres; ha sucedido para que se revele en él la acción de Dios. Mientras es de día, tenéis que trabajar en las obras del que me envió. Llegará la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo”. Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva, se lo puso en los ojos y le dijo: “Ve a lavarte en la alberca de Siloé” –que significa enviado–. Fue, se lavó y volvió con vista. Los vecinos y los que antes lo habían visto pidiendo limosna comentaban: “¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?” Unos decían: “Es él”. Otros decían: “No es, sino que se le parece”. Él respondía: “Soy yo”. Así que le preguntaron: “¿Cómo se te abrieron los ojos?” Contestó: “Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo que fuera a lavarme a la fuente de Siloé. Fui, me lavé y recobré la vista”. Le preguntaron: “¿Dónde está él?” Responde: “No sé”. Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego –era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos–. Los fariseos le preguntaron otra vez cómo había recobrado la vista. Les respondió: “Me aplicó barro a los ojos, me lavé, y ahora veo”. Algunos fariseos le dijeron: “Ese hombre no viene de parte de Dios, porque no observa el sábado”. Otros decían: “¿Cómo puede un pecador hacer tales señales?” Y estaban divididos. Preguntaron de nuevo al ciego: “Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?” Contestó: “Que es profeta”. (Jn 9, 1- 17)

 

Comentario

El hombre sanado de su ceguera da testimonio con una lógica que hace difícil no creer y, sin embargo, las autoridades decidieron no escuchar (no saber), las autoridades siguieron en su necedad.

El hombre ciego desde su nacimiento escuchó la voz de Jesús y a partir de entonces su vida fue cambiada y lo hizo de tal manera, que incluso los que le veían cada día dudaban de que fuera la misma persona. ¿Qué y cómo nos ha cambiado a nosotros el encuentro con Jesús?

 

En el proceso de contar cómo fueron abiertos sus ojos se revela en el ciego un camino de fe y de conocimiento de aquel que le había curado: empezó únicamente sabiendo que se llamaba Jesús, luego lo llamó profeta y finalmente, confiesa que Jesús es su Señor y que cree que es el Hijo de Dios. Tener vista, como tener salud en un momento concreto, no nos ahorrará acercarnos a personas que pasan por la prueba de la enfermedad o atravesarla nosotros mismos. Por eso, el hombre curado de su ceguera nos da su ejemplo: fiarse de la voz de Jesús, acercarnos a su persona e ir descubriéndolo como Señor de nuestras vidas, a pesar de las dificultades internas y externas. Esta es su experiencia y la compartió sin miedo.

 

A veces, cuando nos acercamos a las personas enfermas hay cosas que nos cuestan entender, procesos que nos gustaría controlar, palabras que querríamos que no sonasen vacías… no es fácil. Tampoco lo es para los familiares, la Iglesia, la sociedad… Hay muchas barreras mentales, estructurales y afectivas que hay que derribar. Nuestra actitud tiene que ser de apertura de corazón a todos, de ternura, de acogida… para que sus corazones encuentren descanso y consuelo. El evangelio nos invita a abrirnos a la sorpresa, a confiar en las palabras de Jesús y en su llamada, a proclamar con gozo lo que Él ha hecho en nuestra vida y también en la vida de nuestros hermanos. Es también una invitación a escuchar la vida de la otra persona, a tratar de comprender cuál ha sido su camino, su proceso… cómo ha llegado a donde está hoy.

 

Sólo Jesús puede abrirnos a esta relación, sólo Él puede curar nuestras cegueras nuestras limitaciones (porque los que siguen ciegos en este pasaje son los que no quieren ver); sólo en Él podemos reconocer a aquel que nos sana y nos salva, el Hijo del Hombre, que ha venido a regalarnos “vida abundante…” (Jn 10,10)

 

 

PETICIONES
  1. Te pedimos por la Iglesia, para que en medio de este mundo de sufrimiento, sepamos revestirnos de entrañas de misericordia, bondad, ternura y comprensión, siendo así testimonio de la vida de Jesús entre nuestros hermanos. Oremos.
  2. Acojamos en el corazón a los enfermos y oremos por ellos enfermos, sus familiares, profesionales y voluntarios que les asisten, para que todos unidos ayudemos a vivir con dignidad a todos los que en este momento están sufriendo, atendiéndoles integralmente. Oremos.
  3. Te pedimos, Señor, por todos aquellos que nos sentimos llamados a proclamar tu Reino de misericordia y compasión, sostennos en las dificultades y confírmanos en la fidelidad. Oremos.
  4. Te pedimos, Señor, por los jóvenes, para que sueñen con la Vida Religiosa y descubran que evangelizar es servir al hombre sea cual sea su condición, identidad o cultura. Oremos.
ORACIÓN FINAL

Oh Dios, refugio de los que sufren,

escucha la oración que te dirigimos por ellos.

Serena y conforta a los enfermos, a los ancianos, y a todos los que están heridos interiormente.

Da a los que les cuidan sabiduría y paciencia, tacto y compasión.

Inspírales los gestos que dan alivio, las palabras que iluminan y el amor que conforta.

Te encomendamos los corazones desalentados, en rebeldía por circunstancias.

Pon dentro de nosotros, Señor, tu Espíritu de amor, de compasión, de sacrificio,

para que llevemos ayuda eficaz a todos aquellos que tenemos a nuestro lado

y así todos encontremos nuestro camino.

Ayúdanos a responder a su llamada. Amén.

 

Personal y Familiares

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Reunidos juntos y en el nombre del Señor, vamos a orar con su Palabra sabiendo que Él está en medio de los que se reúnen en su nombre. En esta oración presentamos al Señor a todo el personal sanitario que trabaja en nuestros centros y a los familiares de nuestros residentes. El Señor nos llama a ser instrumentos, mediadores,  acompañantes de tantos paralíticos de nuestra sociedad, de nuestras casas. El Señor nos invita con esta oración a crecer en la fe, esperanza y amor, para poder ser cauces de su salvación para todos nuestros hermanos. El es el Señor de nuestras vidas, el que tiene autoridad y poder para restaurarnos por dentro cuando nos sentimos rotos y heridos. Abramos el corazón y el oído para reconocer su voz cuando nos dice : ”Levántate y anda, yo te perdono”.

 

Levántate y Anda – Álvaro Fraile

 

PALABRA DE DIOS

Subiendo a la barca, pasó a la otra orilla y vino a su ciudad.  En esto le trajeron un paralitico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: “¡Animo¡,  hijo,  tus pecados te son perdonados”.  Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: “Éste está blasfemando”.

Jesús,  conociendo sus pensamientos , dijo: “¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir:  Tus pecados te son perdonados, o decir:  Levántate y anda?

Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados – dice  entonces al paralítico – : “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.   El se levantó y se fue a su casa.

Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres. (Mt 9, 1-8)

 

COMENTARIO

Se trata del mismo episodio relatado por Marcos (2,1s). Mateo esquematiza, abrevia suprimiendo detalles y hace concentrar la atención, no ya en el milagro, sino en el poder de Jesús de perdonar los pecados ante la acusación de blasfemo por parte de los letrados.

La mentalidad judía relacionaba la enfermedad con el pecado; los propios discípulos creen que la enfermedad o la desgracia son causadas por alguna culpa, propia o ajena. Y dentro de la comunidad creyente, el pecado mayor consiste en la incapacidad de ver la acción liberadora de Dios en medio de las más desgarradoras situaciones de marginación y exclusión.

Jesús manifiesta que ha recibido el poder de sanar, pero, sobre todo, el de perdonar, que abarca todo el proyecto de su misión liberadora y llega a la raíz misma de la condición humana necesitada de salvación. La sanación del paralítico le sirve para proclamar solemnemente su autoridad. Con las palabras del versículo 6, centro del relato, Mateo quiere asegurar a las comunidades cristianas para las que escribe su evangelio, que la autoridad de perdonar de Jesús sigue presente en y por medio de la Iglesia. Al final, la admiración y la alabanza a Dios de los presentes no es ante el milagro realizado (como en Marcos), sino «por haber dado tal autoridad a los hombres» (8). La tarea que Jesús realizó y que por la fuerza de su Espíritu continuó en la Iglesia primera, sigue vigente hoy, tal vez bajo nuevas formas, pero siempre en continuidad con sus gestos liberadores.

(Comentario de la Orden Franciscana Seglar)

PETICIONES

  1. Te pedimos, Señor, por toda la Iglesia, por el Papa, Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, para que tomemos conciencia de nuestra responsabilidad de presentar ante Ti a todos nuestros hermanos “paralíticos” de este mundo. Oremos.
  2. Te pedimos, Señor, por toda la Familia Consolación, para que siguiendo los pasos de santa María Rosa Molas seamos instrumentos de consuelo y de esperanza, bálsamo y fortaleza para todos los que caminan junto a nosotros. Oremos.
  3. Te pedimos, Señor, por todo el personal sanitario que trabaja en nuestros centros, para que seamos capaces de trasmitir la alegría y el gozo del trabajo bien hecho, según el espíritu de santa María Rosa Molas y del carisma de la consolación. Oremos.
  4. Te pedimos, Señor, por todos los familiares de las personas que residen en nuestros centros, para que confíen en la misericordia y el amor liberador del Señor en sus vidas y en todas sus necesidades. Oremos.
ORACIÓN FINAL

Señor Jesús,

Tú que conoces lo profundo de nuestro corazón,

que sabes de nuestras parálisis

que nos impiden ser tus testigos,

danos la fortaleza, aumenta nuestra fe en Ti,

para que podamos presentarte en el día a día

a todos aquellos que necesitan ser salvados,

liberados y perdonados

para escuchar tus palabras:

“Ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa”.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Personas con Discapacidad

Las personas con una discapacidad son testigos privilegiados y nos revelan de una manera muy particular la Presencia de Dios en cada uno de nosotros, si sabemos entrar en relación con ellas. En el encuentro con ellos descubrimos la preferencia de Dios por los pequeños; Dios que ha elegido lo débil y lo necio del mundo para confundir al que es fuerte, al que es sabio.

Las preferencias de Jesús, que como a sus discípulos también a nosotros nos sorprenden y desconciertan: queremos a nuestro alrededor un público silencioso, atento, obsequioso… Sin embargo, la discapacidad da libertad a la espontaneidad y a la naturalidad del ser, ante este público Jesús ama con cercanía y acogida: “Dejadlos, no impidáis a los niños acercase a mí; de los que son como ellos es el Reino de los Cielos”. ¿En qué necesitamos hacernos pequeños? Quizá en la sencillez de dejarnos acoger, cuidar, amar… para ser con libertad la obra de Dios.

 

Dejádme Hacer – Ixcis

 

PALABRA DE DIOS

En aquel tiempo, le acercaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y rezara por ellos, pero los discípulos los regañaban. Jesús dijo: “Dejadlos, no impidáis a los niños acercase a mí; de los que son como ellos es el Reino de los Cielos”. (Mt 19,13-15)

 

COMENTARIO

Carlos, por esos misterios que aún las ciencias ignoran, siendo de padres videntes, había nacido ciego: sus ojos eran un adorno inútil en su rostro moreno. Sus padres se empeñaron en educarle como si el sentido de la vista no existiera. En su corazón de niño, se iban formando imágenes acromáticas de su entorno familiar. Así mamá era redonda, tierna y olía a lavanda; papá era anguloso, pinchaba y sabía a tabaco… vivía feliz en su oscuridad hasta que un día, en que habían salido en familia al campo, alguien comentó a su lado: -¡Qué bonito azul, el del lago! Carlos, que nunca había oído esa palabra, preguntó: – mamá, ¿qué quiere decir azul? La madre, sorprendida, cogió la mano del chaval, la introdujo en el agua helada y dijo: – Esto es azul. – El agua es azul- musitó Carlos-; entonces el invierno, la nevera, la sombra de los árboles es azul… – Sí, hijo- dijo la madre restañando una lágrima- y el dolor también es azul… – Mamá, ¿el agua caliente de qué color es?; – roja, hijo; – también el cariño que me tienes; – sí, hijo; – ¿hay más colores, mamá?; – Sí: verde, amarillo… Desde aquel día, Carlos se acercaba a la vida de otra forma: acariciaba las cosas, las olía con cuidado… iba poniendo un color a cada cosa: – Mamá es verde, la despedida de un amigo amarilla…

Años más tarde, un oftalmólogo le devolvió la luz a la mirada de Carlos. Desde entonces, el hombrecillo se pasaba horas silenciosas en el balcón de la vida disfrutando del color de cada cosa. Y un día terminó concluyendo: – La mayoría de las personas son daltónicas: confunden los colores.

(Cuento: Los colores del corazón)

PETICIONES

  1. Te pedimos, Señor, para que nuestro mundo descubra que todas las personas somos dignas, valiosas y con derecho a vivir. Oremos.
  2. Te pedimos por los padres de hijos con discapacidad, fortalécelos con la gracia de tu Espíritu para afrontar las dificultades y preocupaciones por ellos, especialmente por su futuro. Oremos.
  3. Señor te pedimos por quienes entran en relación con los discapacitados, para que descubran en la sencillez de los encuentros con ellos, una forma nueva y más cercana de relacionarse con Jesús. Oremos.
  4. Por los miembros de la Familia Consolación que consuelan en el mundo de la discapacidad, ayúdalos a revelar a otros el gran valor y la belleza de las personas con diversidad funcional. Oremos.
ORACIÓN FINAL

Si yo fuera limpio de corazón descubriría…

que todos somos obra de Dios,

que llevamos algo de bueno en el corazón.

Que todos somos dignos de amor y justicia.

Que todas las criaturas son mis hermanas.

Que no hay razón

para ninguna clase de discriminación.

Que hay razón para tender puentes,

amar y defender la creación.

Que hay razón para ser hermanos.

Que hay razón para sonreír a todos,

dar a todos la mano.

Que hay razón

para creer que los discapacitados

tienen un caudal de capacidades que enseñarnos.

Amén.

 

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