Oraremos, al mismo tiempo, por los que están siendo llamados a consolar: niños, jóvenes, adultos, ancianos; por todos aquellos que se sienten invitados a encarnar el carisma, para que respondan con generosidad.
Oraremos, al mismo tiempo, por los que están siendo llamados a consolar: niños, jóvenes, adultos, ancianos; por todos aquellos que se sienten invitados a encarnar el carisma, para que respondan con generosidad.
Cada mes pediremos por la respuesta fiel y generosa de cada miembro de la Familia Consolación, y nos centraremos en uno de los ámbitos donde, laicos y hermanas, desarrollamos la misión de consolar: ámbito social, sanitario, educativo, parroquial, MCM, ONG Delwende, Voluntariado Consolación.
Este mes oramos juntos por…
las vocaciones de las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación.
La Madre Teresa no se cansaba de decir a sus hermanas y conocidos que vieran a los demás tal y como Cristo lo haría, con los ojos del corazón. Cada persona puede y debe ser vista como una “Buena Noticia”. ¡Dios no hace nada mal! Pero nos olvidamos pronto de esa gran verdad…
Cómo cambiaría mi vida si me plantease que tú eres mi hermano/a, que yo soy tu hermano/a. Tenemos un Padre común que nos confiere dignidad de nada menos que hijos/as de Dios.
santa Mª Rosa Molas invitaba a sus hermanas a disimular gustosas los defectos de las hermanas… pues bien no sólo disimulando, sino orando por ellas y deseando ver en ellas al mismo Cristo nos adentramos en esta oración.
Canto: Vivid en comunión – Ain Karem
PALABRA DE DIOS
Os escribo esto a los que creéis en la persona del Hijo de Dios para que sepáis que poseéis vida eterna. Nos dirigimos a Dios con la confianza de que, si pedimos algo según su voluntad, nos escuchará. Y si sabemos que nos escucha cuando le pedimos, sabemos que contamos con lo que hemos pedido. Si uno ve a su hermano cometiendo un pecado no mortal, rece y Dios le dará vida. Me refiero a los que pecan no mortalmente: pues hay pecados que son mortales, por ellos no digo que rece. (1 Jn 5, 13-16).
“No hay nada más dulce que oír a un joven llamarte ‘Hermano’. No voy a decir que todo en la vida de un Hermano es de color de rosa; por supuesto que no. Pero hay cosas en la vida que no se pueden pagar con dinero: por ejemplo, irte a dormir cada día con la conciencia de que estás en el lugar adecuado, haciendo lo adecuado con las personas que más te necesitan. Luego está el cansancio, las infidelidades, los pecados y miserias, por supuesto; pero por encima está que eres un Hermano para la gente, especialmente para la juventud. Me gusta estar con los chavales y escuchar lo que quieren decir. Y para eso no me puedo quedar en mi habitación o en mi despacho o en mi aula; tengo que salir fuera e ir adonde ellos están, adonde se sienten seguros. Te haces accesible, cercano, débil, humano. Dejas de saberlo todo, abres tus ojos y tus oídos, escuchas, sonríes, te callas, aprendes. Te cuentan, te dicen, te confían. Hay que sentarse y escuchar, preguntar, sonreír, reír, responder a sus preguntas. Hacerse un poco el tonto de vez en cuando, equivocarse al hablar el bangla, de manera que sientan que eres humano. “Para educar a un niño hay que amarle”. ¡Qué bonito es ser Hermano! ”
(Hermano Eugenio Sanz, Testimonio de un misionero marista en Bangladesh)
Estas palabras u otras muy parecidas podrían ser de cualquier Hermana de la Consolación, compartiendo su alegría de ser Hermana y ser llamada como tal o con el tan extendido madre que algunos niños reclaman la atención de alguna Hermana y lo que eso significa. Sintámonos hermanas de nuestros hermanos y oremos para que seamos verdaderas hermanas y quien nos busquen encuentren en nosotros una Hermana, no una hermanastra.
Que los laicos, todos hermanos de un mismo Padre, sean también hermanos entre ellos y con nosotras. Que las hermanas también veamos en los laicos a hermanos en la fe y sigamos caminado todos, unos al lado de los otros, en la misma dirección, como verdaderos hijos e hijas, hermanos que caminamos hacia el mismo Padre.
PETICIONES
- Por las hermanas en formación permanente, para que no se desanimen ante las tentaciones que puedan surgir a causa de la propia debilidad o de las circunstancias que les rodean. Oremos.
- Para que cada hermana se tome en serio la responsabilidad de fomentar nuevas vocaciones para la Familia Consolación. Oremos.
- Fortalece, Señor, con tu Espíritu a las hermanas enfermas para que cada día te sigan amando y sirviendo en fidelidad. Oremos.
- Derrama, Señor, tu Gracia sobre las hermanas que están en servicio de gobierno, para que en su misión siempre te tengan a ti como origen y meta de toda decisión. Oremos.
ORACIÓN FINAL
Jesús, con tus palabras y tu vida
no paras de decirnos que todos somos hermanos,
hijos del mismo Padre.
Tú restableciste las relaciones horizontales,
donde nadie se sienta por debajo de los demás,
ni tampoco por encima.
Todos tenemos igual dignidad,
aunque a veces nos creamos superiores
o minusvaloremos a los demás.
Ayúdame a ser hermano/a de quien pongas a mi lado.
Amén.
La vocación de Jeremías se caracteriza por el protagonismo de la Palabra. La Palabra lo elije, lo consagra y lo envía: precede al nacimiento para expresar el carácter profundo de la llamada en la existencia del profeta. La objeción que pone el profeta es su dificultad con la palabra.
El mensaje de Jeremías es ambivalente, unas veces será encargado de discutir y denunciar, otras veces encargado de consolar y edificar. Suscitará reacciones diversas. Será, además, uno de los grandes profetas perseguidos por su propio pueblo. Por eso en los versos finales, Dios exhorta al profeta a la perseverancia y a la firmeza frente a la dificultad y la contestación. Su fortaleza queda garantizada por Dios, pero de aquí surge la dificultad, ya que la presencia de Dios no siempre es percibida por el creyente como próxima y manifiesta. Acerquémonos a la Palabra para escuchar que nos dice hoy a nosotros.
PALABRA DE DIOS
El Señor me dirigió la palabra: “Antes de formarte en el vientre te escogí; antes de salir del seno materno te consagré y te nombré profeta de las naciones”. Yo repuse: “¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho”. El Señor me contestó: “No digas que eres un muchacho, que adonde yo te envíe, irás; y dirás lo que yo te mande. No les tengas miedo, pues yo estoy contigo para librarte –oráculo del Señor–”. El Señor extendió la mano, me tocó la boca y me dijo: “Mira, yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, destruir y demoler, edificar y plantar”. (Jer 1, 4-10)
Dios se hace presente en la vida de Jeremías. Desde el principio establece una relación de amor de Padre con él, vela por él, lo conoce íntimamente. Le habla al oído, le expresa su amor, le propone una misión, le garantiza su acompañamiento y su ayuda.
Jeremías llega a ser Palabra del Dios que está siempre con él, y le da la fuerza y la confianza para llevar a cabo su misión. Jeremías tendrá sus dudas, será incomprendido, perseguido, acusado, reprimido, ignorado… pero Dios es quien guía su vida. Dios… y sólo Dios es quien guía su vida.
También a mí Dios me ha hablado, ha tocado con su mano mis labios para anunciar su Buena Nueva. He sido llamado a anunciar el amor de Dios a los jóvenes, a las familias…, especialmente a los más pobres; a ser profeta del amor de Dios. Contemplo cómo los acontecimientos de mi vida me han conducido a dar respuesta a esta llamada. Releo mi historia. En ella encuentro las huellas de Dios. En el libro de Jeremías hay una frase que se repite constantemente: “Recibí esta palabra del Señor”. Contemplo cómo a lo largo de mi vida Dios me ha hecho oír su Palabra de maneras tan diversas, construyendo, al fin y al cabo, una única historia, la historia de mi vocación. Escucho la voz de Dios que me dice: “No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte”.
Reconozco su presencia, comparto su experiencia, rehago su camino, retomo su Palabra, sus actitudes, sus gestos. Los compruebo en mi propia historia… Contemplo a tantas personas que en mi vida han sido para mí Palabra de Dios.
PETICIONES
- Por las hermanas en formación inicial, postulantes, novicias y junioras que se preparan para dar una respuesta libre, confiada y entregada al Señor, que en este tiempo de formación cimienten su vida sobre el único pilar que sostiene, Jesucristo. Oremos.
- Para que siempre haya corazones jóvenes dispuestos a seguir la llamada de Dios y dedicar su vida al servicio de sus hermanos, siendo testigos de esperanza. Oremos.
- Derrama, Señor, tu Espíritu sobre las hermanas formadoras, para que transformes su debilidad en fortaleza y puedan acompañar los procesos de formación de cada hermana desde la humidad y el servicio.Oremos.
- Por todos nosotros, para que descubramos cada día la llamada y el envío que el Señor nos hace. Le pedimos fidelidad para responder a tanto amor recibido y contagiar con nuestras vidas a quienes vienen detrás. Oremos.
ORACIÓN FINAL
Concédeme, Señor,
perseverar en el fiel cumplimiento de tu voluntad,
para que, cada día sea más libre
para poder complicarme la vida,
sacar tiempo para otros,
salir de la rutina,
abandonar mis prejuicios,
tratar con respeto a todos,
perdonar a quien me ofende
y amar a quien no me cae bien.
Porque sólo así serás en mí y saciaré mi sed
y la de quienes me rodean. Amén.
Señor, te damos gracias por tener este momento para estar contigo. Ayúdanos a escucharte en la Palabra e ilumínanos para que este momento de oración nos ayude a ser mejores, y sobre todo, a seguirte cada vez más de cerca. Nos situamos como comunidad a la escucha de la Palabra que nos convoca y nos envía a participar de la misión que el Padre nos ha confiado. Acogemos la fragilidad en lo pequeño de nuestra comunidad.
Permanecer – Álvaro Fraile
PALABRA DE DIOS
Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. (Jn 15, 9-11)
Hoy Jesús nos da un testimonio más de su alegría. ¡Jesús quiere que nuestra alegría sea plena! Porque nuestra vida y la vida del cristiano en general no es solamente sufrimientos, ¡es sobre todo alegría! Jesús nos va a dar la clave fundamental el día de hoy de cómo alcanzarla. Dos consejos: permanece en el amor de Dios y sigue sus mandamientos. Porque la verdadera alegría brota de estar junto a Jesús, de seguirlo de cerca, de seguir su camino, sus mandatos, que no son una imposición, sino son camino de libertad. Es una alegría que ni siquiera los momentos de dolor y de dificultad destruyen, sino que son transformados por ella en esperanza. Las hermanas de Bodas de Plata y de Oro son un ejemplo de la alegría y el entusiasmo que supone permanecer en el amor de Dios.
Puedo preguntarme: ¿Vivo con alegría mi vida? ¿O me dejo llevar muchas veces por la tristeza, o por la ira, o por la impaciencia con los demás? ¿Qué mandamientos de Dios me falta seguir con mayor generosidad?
PETICIONES
- Por la santa Iglesia, para que Dios le conceda ser siempre la esposa fiel de Jesucristo. Oremos.
- Por la paz de todo el mundo, para que cesen las ambiciones, desaparezcan las injusticias y enemistades y brote por todas partes el amor y la paz. Oremos.
- Por todas las hermanas de la Congregación, para que el Espíritu Santo las llene con su gracia y haga de su unión un signo vivo del amor de Jesucristo a su Iglesia. Oremos.
- Por las familias que sufren a causa de las enfermedades, por las que no tienen el pan necesario o viven lejos de sus hogares, para que el Señor sea su auxilio y su ayuda. Oremos.
ORACIÓN FINAL
Gracias, Jesús, por esta oración.
Gracias por estar con nosotros
y ser nuestro amigo íntimo,
por permanecer a nuestro lado
en el camino de la vida
y dejarnos sentir la alegría
que sólo proviene de ti
y que nos llena de amor.
Que nuestros pies caminen siempre
donde tú pusiste tus pasos.
Amén.
Que el Espíritu nos ayude a estar en presencia de Dios durante este tiempo de oración. Y que todo lo que hagamos en ella nos anime a buscarle; para conocerle más, amarle mejor y seguirle de cerca. Pidamos que el mismo Espíritu que nos inspire en esta oración para poder comprender, gustar, gozar.
PALABRA DE DIOS
Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe. Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas. (Heb 13, 7-9)
“Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre”. ¿Qué significa? Jesús no es un hecho del pasado, es una realidad presente. Es verdad que hoy no le vemos encarnado como hombre, con figura humana como hace 2000 años… Es verdad que hoy no escuchamos cómo hablaba en arameo, ni su voz profunda. Es verdad que hoy no podemos mirar sus ojos de joven judío como ayer. Es verdad que hoy no podemos tocar su vestidura o rozar su piel oscurecida como lo hicieron entonces. Es verdad…
Pero Él no se ha quedado como un personaje de la historia. Él se ha quedado vivo entre nosotros. Presente entre nosotros con toda su potencia. Así lo prometió: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Esta es la afirmación radical de la fe. Las hermanas enfermas experimentan a Jesús Resucitado en su vida o lo buscan constantemente: en lo cotidiano, entre los cristianos a los que ama. “Cada vez que dos o más estén reunidos en mi nombre allí estaré yo en medio de ellos”- así prometió el Señor-. En medio de su Iglesia, hoy está Cristo. En medio de nuestros aconteceres, está Cristo. En medio de los que se aman con el amor de Dios,…está Cristo. En medio de los avatares de las cruces de cada día,… está Cristo. Y allí habla de nuevo, confiesa de nuevo, perdona de nuevo, bautiza de nuevo, entrega su pan de nuevo, cura de nuevo los corazones destrozados, encuentra al perdido, alegra al triste, devuelve la esperanza al desesperado, y hace posible el amor y la paz entre los hombres…
Así se cumple la palabra de Cristo y lo hará siempre… “estará con nosotros hasta el fin del mundo”, nos lo prometió. Por eso, el mismo Jesucristo, Hijo de Dios eterno, está presente hoy con la potencia de ayer, y lo estará siempre.
PETICIONES
- Para que la Iglesia, fiel a la vocación recibida de su Maestro, sea la Casa de todos donde puedan encontrar acogida, comprensión y fraternidad. Oremos.
- Señor, que los sacerdotes, religiosos y misioneros te reconozcan como su único Dios y centro de sus vidas. Concédeles el don de transmitirnos la experiencia profunda que tienen de ti. Oremos.
- Para que los jóvenes descubran la vida desde la perspectiva de Dios y se entreguen a Él, ya sea en el matrimonio, en la vida sacerdotal, religiosa o misionera. Oremos.
- Por las hermanas mayores y las hermanas enfermas de nuestra Congregación, que puedan sentir de cerca la presencia del Dios que sana y acompaña ayer, hoy y siempre. Oremos.
ORACIÓN
Señor, que la esperanza de tu Reino nos seduzca cada día más hasta el fondo de nuestro ser. Haz que mañana, como apóstoles humildes, llevemos tu presencia a todos los hermanos. Amén.