Libertad es una palabra utilizada en tantos ámbitos que a veces nos cuesta definir con claridad cuál es su significado. Libertad de expresión, libertad de movimiento, libertad para elegir… La mayor parte de la sociedad se considera libre y sentirnos privados de esas libertades es algo que siempre nos enfada y nos hace sentir emociones negativas, como es lógico.

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Experiencia de libertad dentro de prisión

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«Prisión y libertad»

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Libertad es una palabra utilizada en tantos ámbitos que a veces nos cuesta definir con claridad cuál es su significado. Libertad de expresión, libertad de movimiento, libertad para elegir… La mayor parte de la sociedad se considera libre y sentirnos privados de esas libertades es algo que siempre nos enfada y nos hace sentir emociones negativas, como es lógico. Pero, ¿qué es la verdadera libertad? ¿Qué significa “ser libre”? ¿Puedo estar encerrado y sentirme libre a la vez?

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Podríamos escribir un artículo sobre cada situación de opresión de la libertad que vivimos en nuestros días, pero nos centraremos en una en especial: la experiencia de libertad dentro de prisión.

Prisión y libertad se entienden siempre como términos contrarios, pero tal vez es solo porque no se ha tenido contacto con nadie que haya estado preso o que haya vivido de cerca una situación así. Podríamos decir que la experiencia de libertad, de sentirse libre, traspasa muros y rejas.

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Como seglar mercedaria, y antigua voluntaria de la pastoral penitenciaria de Castellón, diría que la libertad en la cárcel se puede experimentar de diversas formas. Está claro que cualquier interno o interna está privado de libertad de manera física, pero esto no les impide sentirse libres.

Cuando te adentras en los módulos semana tras semana y abres tus oídos a sus palabras, son muchos los internos e internas que coinciden diciendo que los voluntarios son esa “libertad” o ese aire nuevo que les llega y les hace sentir vivos. En las reuniones con ellos, donde se les intenta mostrar una vida llena de valores, de luz y de paz, ellos y ellas se sienten libres al hablar de Dios y de sus propias vidas, ya sea orando o realizando alguna dinámica. Esto les ayuda a llevar mejor su día a día. Se sienten acompañados, escuchados, cuidados y consolados.

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Otra manera de experimentar la libertad en prisión sería cuando los voluntarios y las personas libres que venimos de la calle descubrimos que las personas internas son capaces de sentir a Dios de una manera más cercana, más intensa y más viva.

En cierta manera podríamos decir que la libertad les llega a través del Evangelio, en la eucaristía y a través de la oración con nuestro Padre misericordioso. Se sienten acompañados por Él, pueden descargar sus penas, sintiéndose perdonados y queridos sin condiciones.

Esta libertad que ellos y ellas sienten se revierte en los voluntarios, tantas veces “presos” de nuestra vida rápida y moderna, ya que nos hacen abrir los ojos aportandonos luz y vida.

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Como bien dice el Evangelio de Mt 25, en el juicio de las naciones: “Estuve preso y vinisteis a verme. […] de cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” Para el voluntariado de la pastoral penitenciaria, ésta es la clave de su labor dentro de prisión. Ser capaces de que los internos e internas son el prójimo al que Jesús se refería cuando hablaba de amar, haciendo que el Reino de Dios, donde todos gozan de libertad, sea un poco más real en este mundo.

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