El lugar de la ternura
2019 May 12/ By / 0 comment

 

Reflexionando sobre el tema de la Familia de hoy en nuestra sociedad y en nuestra iglesia, me gustaría compartir con vosotros,  algunos fragmentos de un artículo del escritor y periodista Jimmy Burns Marañón. En la web Vida Nueva digital, Jimmy escribía hace unos años con motivo de la preparación del sínodo de las familias.

 

¿Qué es Aterrizando?

Aterrizar no es más que llevar a nuestra vida concreta el contenido del mensaje de Dios.

En la sección ATERRIZANDO contaremos con una visión cristiana en temas de actualidad desde diferentes puntos de vista y autores

«El lugar de la ternura»

 

Reflexionando sobre el tema de la Familia de hoy en nuestra sociedad y en nuestra iglesia, me gustaría compartir con vosotros,  algunos fragmentos de un artículo del escritor y periodista Jimmy Burns Marañón. En la web Vida Nueva digital, Jimmy escribía hace unos años con motivo de la preparación del sínodo de las familias. Del resultado de este sínodo surge  la Exhortación Apostólica postsinodal Amoris Laetitia; el papa Francisco nos habla en ella sobre el Amor en la familia.

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El periodista nos dice: Cuando me cuestionan sobre la contribución que podemos hacer sobre la idea de una familia cristiana, mi respuesta tiene una palabra: AMOR. Nuestra obligación, como pareja, como padres, como hijos, es la de demostrar que nuestro amor compartido no es exclusivo, sino, al contrario, que debe y puede servir de puente fraternal que nos une a otros. La vida familiar es un ancla y un punto de partida que nos une a la sociedad más amplia. La familia no debería mirar para dentro ni ser exclusiva.”  

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Punto de partida que no solo nos une a la sociedad. Nos lanza hacia ella. La familia se convierte en el trampolín desde donde lanzarnos al mundo. Es, o debería ser, un punto de partida fijo, anclado, con unos buenos cimientos  que nos sostengan, que nos den seguridad y fuerza para desde ahí, trabajar hacia fuera. Como familias cristianas, no queremos encerrarnos en nosotras mismas ni “mirar para adentro”; queremos participar de la vida de nuestras parroquias, de nuestros movimientos, vivir en nuestra sociedad dando testimonio de nuestra fe y de nuestros valores. 

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El Concilio Vaticano II dice que la familia es una comunidad de vida y de amor. Hoy en nuestra sociedad hay familias de diferentes tipos: familias formadas por matrimonios (civiles o religiosos) entre hombre y mujer, familias reestructuradas entre cónyuges divorciados que se han vuelto a casar, familias monoparentales, familias formadas por cónyuges  del mismo sexo, familias formadas por uniones de hecho…

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Al respecto Burns añade: “Hemos aprendido lo mejor de nuestros padres e intentamos transmitir a nuestros hijos que tenemos la responsabilidad de ocuparnos de los jóvenes, los viejos, los enfermos, los pobres y de la naturaleza. Y la obligación de defender los derechos humanos, de ser misericordiosos…  también hacia los que tengan una orientación sexual diferente a la nuestra o no han podido mantenerse en un vida familiar estable. Las dificultades de conservar un sentido de lo que es Iglesia en nuestra familia reflejan las presiones de la sociedad laica y consumista, y también la negatividad e hipocresía con la cual se ve a ciertos sectores de la Iglesia.”

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Sí, en nuestra sociedad hoy caben y se aceptan todo tipo de familias. Pero ¿caben todas estas familias en nuestra Iglesia actual?  ¿Somos capaces de hacerles un hueco? Hoy a nuestro alrededor muchas de estas situaciones que “no caben en la Iglesia” están haciendo sufrir a miles de  familias. Y estoy segura que todos nosotros, (sí, tú que estás leyendo esto también) tenemos cerca a alguna familia que no se siente aceptada. Yo, como parte de esta Iglesia, quiero y necesito aceptar y querer a mi lado, a toda aquella familia en la que se vive  la preciosa definición de amor que nos da San Pablo en su carta a los Corintios. Porque repito: La familia es una comunidad de vida y de amor… No puede ser de otra forma.

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Así termina el periodista: “El papa Francisco nos habla de la misericordia, de cómo deberíamos acercarnos más a Jesús, que siempre se movió entre pecadores. Esperemos que, bajo su mandato, la sociedad descubra una visión renovada del valor de la vida y que la familia sea una ayuda para una humanidad llena de heridas. Quiero seguir creyendo en un Dios que nos ama a todos, y además, no excluye a nadie.

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Y así el Papa Francisco reflexiona en la encíclica Amoris Laetitia al respecto de las distintas formas de familias que existen hoy en nuestra sociedad:  

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“A las personas divorciadas que viven en nueva unión, es importante hacerles sentir que son parte de la Iglesia, que «no están excomulgadas» y no son tratadas como tales, porque siempre integran la comunión eclesial. Estas situaciones «exigen un atento discernimiento y un acompañamiento con gran respeto (…), y promoviendo su participación en la vida de la comunidad.”

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“La Iglesia hace suyo el comportamiento del Señor Jesús que en un amor ilimitado se ofrece a todas las personas sin excepción (…) Deseamos ante todo reiterar que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto (…)”

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“A partir de las reflexiones sinodales no queda un estereotipo de la familia ideal, sino un interpelante «collage» formado por tantas realidades diferentes, colmadas de gozos, dramas y sueños. Las realidades que nos preocupan son desafíos. No caigamos en la trampa de desgastarnos en lamentos autodefensivos, en lugar de despertar una creatividad misionera. En todas las situaciones, «la Iglesia siente la necesidad de decir una palabra de verdad y de esperanza […]”

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Todo esto no significa que le quitemos valor al matrimonio cristiano. Para nosotros el sacramento del Matrimonio es muy importante. Fue y es nuestra opción: Unidos ante Dios y ante los hombres: “Los grandes valores del matrimonio y de la familia cristiana corresponden a la búsqueda que impregna la existencia humana. (…) Los cristianos no podemos renunciar a proponer el matrimonio con el fin de no contradecir la sensibilidad actual (…). Estaríamos privando al mundo de los valores que podemos y debemos aportar (…)”

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Tras pensar en todo esto, me gustaría aterrizar un poco más a nivel personal, a mi nivel de familia, o al nivel de mi familia, (como queráis). Mientras estaba preparando mi pequeña aportación al blog, me he quedado con  esta reflexión del Papa Francisco sobre la familia, que me ha encantado: “La familia es el lugar de la ternura…  no pierdan nunca la ternura,  en esta época es necesario reencontrar la ternura y la familia puede ayudar a ello”  “Sobre el camino de la vida, Jesús no nos abandona nunca, su presencia se manifiesta a través de la ternura, las caricias, el abrazo de una madre, de un padre, de un hijo”

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Esta es para mí la mejor definición de familia… El lugar de la ternura, el lugar del amor… porque si no tenemos amor, si no vivimos el amor, no podremos transmitir ese amor. Porque es en la familia, como dice Francisco, “donde se enseña y aprende a amar”. Y amar de forma desinteresada, amable y paciente, sin envidias, sin orgullos, alegrándonos de la verdad, esperándolo todo, creyéndolo todo para serlo todo.  

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La familia es “el lugar donde se transmite la fe” y el lugar donde se VIVE la fe. Aquí los padres tenemos un papel muy importante. Quiero pensar que lo estoy haciendo bien, que para mi hijo la fe es importante. Es lo que intento transmitirle, porque es lo que mis padres, la familia en la que yo he crecido, me han transmitido a mí.  Ellos fueron y son el mejor ejemplo. Ellos hicieron por mí lo que quiero que nosotros hagamos por nuestro hijo: ofrecerle experiencias de Fe vivida desde la familia. Darle oportunidades y crear espacios para tener ese encuentro personal con Jesús, que a nosotros tanto nos ha llenado y nos sigue llenando. Y sobre todo, darle libertad para que sea él quien elija su camino, acompañándole siempre y respetándole siempre. Porque la mejor escuela de la fe es el hogar.  

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Y bueno, así es como yo quiero que sea mi familia. Así es como quiero seguir construyéndola: un lugar donde se respire el amor. Pero que no solo lo respiremos nosotros. Un lugar que huela a amor. Que quien se acerque a nosotros pueda también respirarlo. Por eso me gusta especialmente una frase de una canción que sonó el día de nuestra boda que dice “Y aquel hombre que nos mire pensará: son de Dios porque sus vidas han cambiado mi mirar”.  Que seamos capaces como familias cristianas, de ser testigos del Dios de la Vida. Que los que nos miren descubran en nuestros pequeños gestos el Evangelio hecho vida. Que sepamos acoger, respetar y amar a todos: familias grandes, pequeñas, iguales o diferentes… Porque Jesús, acogió y amó siempre. A todos.

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Aterriza…

  • ¿Cómo quieres que sea tu familia?
  • ¿Vives y transmites la fe dentro de tu familia?
  • ¿Cómo familia cristiana, te acercas, como Jesús misericordia, a aquellos que no se sienten aceptados?
  • ¿Eres capaz de acoger a todos?

 

Beatriu Bort

Parte de Hablad al Corazón #9 – Mayo 2019

 

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